María del Mar Gutiérrez Murillo

Responsable de la conservación del Museo de Etnobotánica del Real Jardín Botánico de Córdoba.


1.     ¿Cómo llegaste a trabajar con plantas y en qué consiste tu trabajo?

Mi pasión por las plantas y la naturaleza viene desde pequeñita; de continuas excursiones familiares al campo los fines de semana. El primer acercamiento al mundo del trabajo formal lo inicié a partir de prácticas universitarias en el Jardín Botánico de Córdoba en 1989. El Museo de Etnobotánica aún no existía. 

Mi actual trabajo en el Museo de Etnobotánica consiste en la conservación, custodia, estudio, documentación e investigación de la cultura material que diferentes culturas han creado a partir de las plantas.


2. ¿Qué aporta tu trabajo a la sociedad? ¿Y a la cultura?

El ingenio humano ha transformado la naturaleza para producir soluciones útiles que mejoraban y facilitaban la vida, además de la supervivencia en los aspectos más básicos.  

Para la sociedad, es fundamental tener disponibles y a punto patrones y referentes de objetos y sustancias creadas a partir de plantas. Mi trabajo contribuye a tenerlos en buen estado de salud, conservándolos en las mejores condiciones posibles, como una garantía de perduración en el tiempo de testimonios vivos observables, disponibles y accesibles a todas las personas. Cuando la tecnología cambia, los objetos y recursos más vinculados a las actividades que normalmente han sostenido la vida, suelen ser eliminados, y en muchos casos, no ha quedado la más mínima huella de su existencia. La información que pueden aportar en su propia composición contiene saber, historia y ciencia.

Otra aportación interesante es que genera condiciones idóneas para mantener ciertos referentes básicos, alentar la creatividad y favorecer un desarrollo dinámico de la cultura de diversas zonas, y en especial del área geográfica en la que se encuentra el Museo de Etnobotánica.


3.¿Un lugar verde que sea especial para ti?

La Sierrezuela de Posadas, en Córdoba. Un enclave natural entre Sierra Morena y el valle del Guadalquivir, con una vegetación mediterránea en un estado de conservación impecable que el pueblo aprecia y cuida con mimo. 

Tiene una simbología especial que ya supieron reconocer nuestros antepasados hace miles de años. Así lo atestiguan algunos monumentos megalíticos en el lugar.


4. ¿Tienes un libro o una película sobre la naturaleza (flora) que te haya marcado?

Un libro: el primero de la serie sobre el Inventario español de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad (Pardo de Santayana et al., 2014). Un referente fundamental de la etnobotánica ibérica.

Película: Los últimos días del Edén, dirigida por John McTiernan y protagonizada por Lorraine Bracco, Sean Connery y José Wilker. Tiene un trasfondo etnobotánico evidente. Nos hace pensar sobre las cuestiones éticas en la ciencia al apropiarse de los conocimientos ancestrales que custodian las comunidades locales y muy especialmente, los pueblos indígenas de muchos lugares del mundo.


5. ¿Crees que el progreso humano ha deteriorado la relación hombre-planta? ¿Se pueden reconciliar ambos aspectos?

El "progreso" ha alejado, en gran medida, a las personas de los espacios naturales, de los demás seres vivos y de los fenómenos de la naturaleza que hasta hace poco se observaban con especial atención. El deterioro no es indicio de progreso, sino de regresión.

La relación de los seres humanos con las plantas tiene muchas vertientes. Incluye a mujeres, hombres, criaturas de todas las edades, y se da tanto a título individual como colectivo.

Y son relaciones muy diversas: utilitarias, prácticas, colaborativas, simbólicas, cognitivas, e incluso conservacionistas y proteccionistas. El equilibrio está en aprender de la experiencia que nos deja la historia ecológica de la Humanidad, algo muy sencillo que nuestra especie no está dispuesta a realizar desde hace, al menos, un milenio: el progreso es conseguir equilibrio. Para ello, hay que explotar y desarrollarnos mucho menos, utilizar de la naturaleza lo estrictamente necesario, disminuir drásticamente lo arrancado a la Tierra sin necesidad. A día de hoy, no soy optimista en este aspecto. 


6. ¿Algo verde para comer? ¿Y para oler?

Para comer, las hierbas amargas como las rúcolas (Eruca spp.) o los berros (Nasturtium officinale). Para oler, el aroma del azahar de las mandarinas (Citrus reticulata). 


7. ¿Un deseo verde?

Que los grupos humanos mediterráneos actuales volviéramos a observar detenidamente la naturaleza, a los seres vivos que la habitan, y encontrarnos y disfrutar con ella con el mimo, aprecio y respeto que merece.





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