Ikebana. El arte japonés de los arreglos florales. Fuentes: domestika.org y japonalternativo.com

 

"Naturalismo"

El diccionario académico define naturalismo como una “tendencia artística que trata de seguir y representar lo más fielmente posible a la naturaleza, huyendo del idealismo”; se diferencia del realismo porque este “añade a la intención reproductiva una relación dialéctica y un juicio del artista sobre la realidad interpretada”. En 1787, Terreros y Pando incluyó este término en su diccionario, sin hacer ninguna alusión artística, aunque sí recalcó que el naturalista es aquel que estudia o ha estudiado la naturaleza. Este término es utilizado para determinar el grado de fidelidad de la ornamentación vegetal y floral de un textil con respecto a la verdadera natura. Si bien, en este caso, nos interesa por ser el nombre dado a una de las modas desarrolladas en el siglo XVIII, caracterizada por la decoración de flores de gran tamaño y de colores muy vivos. 

Los motivos naturalistas fueron creados en Lyon, pero se extendieron a otros centros de Francia y Europa, un interés probablemente motivado por la pintura de flores, tan del gusto del momento. También supusieron una fuerte influencia las estampas de botánica que se publicaron en esta época y que sirvieron de modelo para numerosos diseños. Aunque, sin duda, todo el mérito es de los diseñadores que, con su talento, contribuyeron a que la ciudad francesa fuese el centro manufacturero más importante del Setecientos. Los dibujantes eran enviados regularmente a París por los fabricantes, donde frecuentaban a los pintores floristas y el Jardin des Plantes. Al mismo tiempo, estaban inmersos en las nuevas modas referentes a los muebles y el vestuario. 

Este tipo de tejidos se caracterizaron por un uso creíble del color, por lo que no pueden ser considerados naturalistas los que incluyen láminas o hilos metálicos en la decoración. En estos textiles las gamas de colores fueron yuxtapuestas inteligentemente, como previamente se hizo en el bordado tras los avances de Federico Nave, técnica mucho más fácil para conseguir estos resultados. Además, estas tonalidades adquirieron un significado expresionista, más que en modas textiles anteriores, que podrían ser denominados como impresionista. Estos seguían unos parámetros de eclosión cromática y sombreado, con porciones paralelas de diferentes tonos ascendentes o descendentes en función de la luz o el contraste deseado en la flor, lo cual aumentaba la sensación de naturalismo y el efecto de tridimensionalidad. El sombreado se tuvo muy en cuenta porque gracias a ese efecto pictórico se conseguía la apariencia veraz. 

Según el diseñador lionés Jacque-Charles Dutillieu (1718-1782), Courtois fue el primero en trasladar las degradaciones pictóricas vistas en el bordado al telar, en el año 1730. Clare Browne, en su obra Silk designs of the Eighteenth century from the Victoria and Albert Museum, London (1996), señala la fecha de 1732 como el paradigma del hallazgo de la tridimensionalidad pues, a partir de entonces, las representaciones meramente superficiales desaparecieron. Para el resto de autores la fecha definitiva es 1733, cuando los motivos florales llegaron a su mayor tamaño al aprovechar los avances técnicos, en ocasiones muy cercanos a la pintura de la época. Estas composiciones de frutas, flores y vegetación a veces incorporaban jarrones, animales, edificios fortificados y pequeñas escenas de género, incluso cierto orientalismo. 

En esa consolidación del naturalismo mucho tuvo que ver Jean Revel (1684-1751), creador de la técnica del points rentrés. El trabajo de Revel fue decisivo para la decoración de las sedas de Lyon durante unos diez años, aunque el diseñador no murió hasta 1751. Entre 1740 y 1742, los motivos naturalistas alcanzaron una escala masiva. A partir de entonces comenzó un nuevo cambio de gusto, posiblemente consecuencia del agotamiento o la saturación de esta estética tan ostentosa, visual y colorista. A pesar de la aparición de la siguiente moda, el legado de Revel se mantuvo presente, no solo por la pervivencia del uso del points rentrés, sino también por su identidad decorativa pues, aunque variara con el paso del tiempo, partía de una misma base naturalista. 


Ismael Amaro Martos

iamaro@ujaen.es

Historiador del Arte

Universidad de Jaén. Departamento de Patrimonio Histórico. Área Historia del Arte